Campesino el uno. Gamonal ya viejo, hombre limitado
y sin mayores preocupaciones.
Ciudadano el otro. Abogado y profesor de enseñanza. En la adultez, también contento, como lo veremos.
En campaña política. Los dos conversan. Dice el abogado: —¿De qué partido? Dice el gamonal:
—Siempre he sido gobiernista, desde que tengo uso de
razón.
El abogado, sonriente, socarrón, más por ver qué decía
el gamonal:
Usted, por lujo, por darse taco, ¿por qué no ha sido antigobiernista alguna vez?
El gamonal, sorprendido, sin comprender:
—¡Cómo se ve que usted todavía es joven! Tengo mis razones para ser siempre gobiernista. Vea. Si soy gobiernista y se me sale una vaca, me la llevan a mi casa. Si soy contrario, me la llevan al fondo. Si hay parranda con Nicaragua y soy contrario, mis muchachos son los primeros que bajan p'Heredia. Si soy del gobierno, no me los tocan.
El profesor de enseñanza, Rector de instituto —consejero y guía de jóvenes, por lo tanto— satisfecho de la respuesta, le pone la mano en el hombro:
—Entonces, mi amigo, siga siendo gobiernista.
Dos buenos ticos
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Priscilla
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Joaquín García Monge
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